martes, 19 de abril de 2011

Vuestro tesoro


Porque donde este vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.
Mateo 6 : 21

¿Es posible amar la vida, enamorado de la muerte? Incoherentemente, absurdo como parezca, sí, es posible. La existencia humana está tejida de locuras desde la entrada del pecado. Como la vida de aquellas dos personas que camina por senderos agrestes, sobre la piel del planeta. Son dos almas tristes, que se extravían en la noche de su historia, acompañadas de un recuerdo, de una lágrima que resbala por las arrugas del tiempo y de una sonrisa negada.
Los dos extraños caminantes lamentan la vida perdida. Corrieron con desesperación, buscando dinero. Creían que buscaban vida; con dinero, podrían poner “sabor” a las cosas. Y fueron solo cosas lo que hallaron. Pusieron su corazón donde estaba su tesoro. Y su tesoro estaba en la tierra, donde las cosas son pasajeras y fugaces. Donde nada dura.
Ahora es tarde. Es eso lo que ellos creen. Por eso caminan, con las manos en bolsillos vacios. “Ahora es demasiado tarde”, gritan. Y sus gritos hacen eco en las paredes de su propia conciencia.
Ignoran ellos que, para Jesús, nunca es tarde. Él está, todos los días y en todos los momentos, tocando a la puerta; llamando con los brazos abiertos, y esperando. Siempre esperando…
¿Cuál es el sentido de tu existencia? ¿Hacia donde vas? ¿A dónde te diriges? ¿Dónde está tu tesoro? Hoy puede ser un día de evaluación de tus prioridades. La vida es corta; cuando menos lo esperas, te miras en el espejo de la vida y te descubres viejo. La juventud se fue… y ¿qué es lo que te quedó?
Coloca el corazón en las cosas de arriba, en las que no se ven. Lucha por ellas. Aunque invisibles a los ojos físicos, con las que, al fin de cuentas, permanecerán cuando todo se haya perdido. No permitas que el brillo engañoso de las cosas pasajeras te haga vivir solo para los valores terrenales, olvidando que a tu lado hay gente, con sueños y con sentimientos.
Dos personas caminan por las carreteras sinuosas de la vida. Son dos almas halladas por el maravilloso amor de Jesús. Tienen las manos en los bolsillos vacíos; por eso ya no importa: ¡encontraron a Jesús, y eso marca toda la diferencia!
Dispone hoy a caminar en la dimensión de la fe, “porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”.

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